Tres veranos, Margarita Liberaki

Sinopsi (contracoberta de l’editorial)

Caterina, la joven narradora de este gran clásico de la literatura griega del siglo XX, es amante de la lluvia y también del sol, de los animales domésticos con los que convive, de los paseos solitarios entre olivos y pinos y de los domingos de playa, de las texturas y los colores de lo que la rodea: mira el mundo con el deslumbramiento y la intensidad propia de los dieciséis años.

Vive en una casa en el campo a las afueras de Atenas con su madre divorciada, una tía marcada por un trauma de juventud y sus dos hermanas mayores, que tienen un carácter y unas aspiraciones muy distintas a las de la voz protagonista, quien ama, por encima de todo, lo desconocido, la aventura. El personaje que encarna todos los anhelos de nuestra narradora es la abuela polaca, que un día desapareció para emprender una vida independiente fuera del matrimonio y lejos de sus hijas. De la abuela sólo queda el recuerdo de su rotunda decisión, pero, a pesar de que la familia ha renegado de ella, constituye para Caterina una figura tutelar.

Mientras la heroína y sus hermanas acuden a fiestas, afrontan sus primeras cuitas amorosas y lidian con la canícula a lo largo de los tres veranos que recrea esta bella novela de formación, tratan de comprender las extrañas querencias de los adultos y se preguntan constantemente en qué tipo de personas quieren convertirse. Tres veranos es el amplio retrato de una feminidad diversa, compleja y, en ocasiones, contradictoria, una historia que encierra todo el encanto de aquellos momentos que inadvertidamente acaban convirtiéndose en los momentos decisivos de una vida sólo cuando se echa la vista atrás.

Editorial Periférica.- 328 pàgines.- Traducció: Laura Salas Rodríguez

Apunts de lectura

Una casa al camp prop d’Atenes, l’estiu i un matriarcat integrat per la mare, la seva germana, la criada i tres germanes. Un temps, l’estiu, i un país, Grècia. Complementa el matriarcat, l’absent “avia polonesa”, que un dia va desaparèixer per emprendre una vida independent fora del matrimoni. És un personatge que esdevé un punt de referència per a la jove narradora, Caterina, la germana petita que compleix 18 anys al final del tercer estiu.

“Nuestra casa quedaba a una media hora de Kifisiá. Estaba en medio de una pradera rodeada de vergeles y prácticamente aislada, (…)  La había construido el abuelo a su gusto: con habitaciones grandes, cuadradas, de techos altos, dos terrazas donde poníamos a secar el maíz o lo que fuera, la casita del jardinero y, un poco más apartados, el establo y los gallineros. Había puesto especial cuidado en el jardín: no solo porque era ingeniero agrónomo, sino porque le gustaban los árboles”.

La narració relata el pas de l’adolescència a l’edat adulta de tres germanes en el marc d’un microcosmos envoltat de natura i sota el sostre protector d’un matriarcat. Tres estius on s’hi conjuguen les històries de vida dels personatges, els esdeveniments diversos i el pas del temps en un paisatge idíl·lic.

L’estiu és un moment mític en el qual es trenca la rutina programada de la resta de l’any. Tothom ha tingut, en algun moment de la seva vida, un estiu lluminós i clar, que inevitablement ha deixat pas a la tardor.

Estem davant d’una obra d’iniciació que narra el despertar a la vida de Caterina, el seu difícil salt de l’adolescència cap a l’edat adulta. Moguda per la curiositat de descobrir altres mons, els explora en l’escenari que comparteix amb els membres de la seva família, sota el mateix sostre. La relació amb les seves germanes, si bé són un punt de referència, també esdevé una font competidora, una font de gelosia, de desassossecs.

La descoberta dels homes, de la relació amorosa, del sexe, suposa per la Caterina  una experiència no exempta d’incerteses, d’inseguretats, de pors, d’angoixes, de traumes. Una experiència ambivalent. Per un costat el despertar de l’amor, del desig, de la seducció, de l’alegria de viure.  Per l’altre costat les inseguretats, l’autoestima, …

La narradora és un gran observadora i relata tot allò que és captat pels sentits. La música circumdant de la quotidianitat, ja sigui en moments joiosos o de desassossecs. Sentir que sentim, és l’essència de la vida. Una simfonia diversa de sensacions que evoquen a bastament els records d’aquells estius.   

“Recuerdo aquellos años como si fueran un único día, un momento. Las tardes de primavera y de verano poníamos un mantel de color cereza en la mesa pequeña de la terraza. Y, cuando llegaba la hora de la puesta de sol y empezaba a refrescar, se oía a la tía Teresa haciendo ruido arriba, en su cuarto, como si moviera algún mueble. Luego bajaba con aquel paso suyo inestable que daba la impresión de que se había mareado y de que se podía desplomar de un momento a otro. Se veía también a madre saliendo sigilosa de la casa para sentarse en su sitio de costumbre, que no miraba al bosquecillo, sino al recinto abierto de Tatoi. También el abuelo dejaba el trabajo, se lavaba las manos y la cara para refrescarse después de un largo día antes de venir a sentarse. Aún me parece oír el grifo del baño corriendo al mismo tiempo que el agua de la reguera. El aire era templado, Mavrucos miraba el agua correr y, confundiéndola con algo vivo, ladraba. De lejos se oía la voz de la Capátena llamando a sus hijos —«Costas, Cula, ¡eh!, Manolis»— y Rodiá aparecía con la bandeja grande del té y las galletitas. Todo era perfecto y melancólico.”

Un relat d’iniciació, un aprenentatge de la vida en un marc privilegiat i sota el sostre d’un matriarcat acollidor. L’aprenentatge d’un ofici de viure que s’haurà de d’implementar quan finalitzin els bells estius davant dels avatars diversos.

El bell estiu, un temps que s’extingeix i que sempre podem retrobar a través del record.

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