Butes, Pascal Quignard

Sinopsi (contracoberta de l’editorial)

Tres fueron los hombres que se enfrentaron al embrujo de las sirenas, esas extrañas aves que atraían irremediablemente a los marineros con su canto: Ulises, que tomó la precaución de hacerse atar de pies y manos al mástil de su navío, escuchó y sobrevivió; Orfeo, que en la expedición de los Argonautas vislumbró el mortal peligro de su música y lo neutralizó con las notas de su cítara; y Butes, navegante y compañero del anterior en la misma aventura, que sucumbió al hechizo y se arrojó de la nave. Quignard rescata el acto de este personaje marginal de la mitología griega, «un olvidado del recuerdo del mundo», sin pretender jamás descifrarlo. Lo utiliza como paradigma de la «renuncia a la sociedad de los que hablan». Mientras que Ulises se las arregla para no renunciar a nada —consigue escuchar a las sirenas y también regresar a casa—, Butes accede al gran silencio mediante una música animal, que se opone a la bella mesura de la música órfica. En la misma línea de Michelstaedter, Quignard plantea la dicotomía de elegir entre el salvaje nihilismo del instante o la cómoda muerte a manos de las normas sociales por anquilosamiento. En estos tiempos en los que hasta la propia disidencia está definida como parte de la renovación del sistema, existen por fortuna, a manera de respiro, algunos antiguos contemporáneos como Quignard, uno de los pocos «escritores más silenciosos que los demás, en páginas más mudas todavía».

Editorial Sexto Piso.- 96 pàgines.- Traducció: Carmen Pardo y Miguel Morey

Apunts de lectura

Les histories que es relacionen amb el cant de les sirenes (la d’Ulisses a l’Odissea, la d’Orfeu als Argonautes i la de Butes també en el mateix vaixell),  serveixen a Pascal Quignard per reflexionar sobre els orígens i sentit de la música. Planteja la disjuntiva: Orfeu o el cant de les Sirenes? Música humana o música animal? Música que condueix a reforçar la societat o música adreçada a la individualitat?.

Per un costat la música de les sirenes és una música primitiva, animal, de la natura, la veu del mar, absenta de contaminació cultural, una música que sedueix irresistiblement l’individu de tal manera que el porta a la fatal destrucció.

Per un costat, Ulisses, gràcies a la seva astúcia aconsegueix sobreviure al cant de les sirenes. Altrament, Butes, el mariner de la tripulació dels Argonuates en no poder resistir la temptació del cant de les sirenes es veu abocat a l’abisme del mar, mentre la resta de la tripulació, gràcies a la música d’Orfeu que se sobreposa a la de les sirenes, se salva i segueix asseguda remant.

La música d’Orfeu és una música humana, culturitzada que transforma l’individu en persona social, una música que cohesiona, que cura. Una música que s’imposa a la de les sirenes i la neutralitza.

“…la música de la cítara fabricada por la mano del hombre obstaculiza la potencia anonadadora del canto animal.”

La reflexió que fa Quignard sobre l’origen i el sentit de la música, també es pot fer extensible al sentit de la creació artística. Així parlaríem del sentit dels primitius ritmes i de les primeres pintures murals en contraposició a la història de l’art com un procés d’aculturació i socialització, fins els nostres dies. Parlaríem dels primers sons del ser humà dins el ventre de la mare, dels sons dels animals, dels de la natura, de la puresa dels sons del mar… En definitiva de tots els sons que s’escapen de l’acció cultural de l’home.

Basta con consultar en el fondo de uno mismo la ternura inmediata que algunos sonidos que se siguen levantan de nuevo. Estos ritmos están ligados al corazón antes incluso de que el cuerpo conozca la respiración. Estos lazos no se desatan.”

El món dels sentits en contraposició al món de les idees, al món de la racionalització.

Potser la caiguda de Butes a l’abisme del mar és un retorn a la seva condició originària?

“Butes nada con fuerza, hasta tal punto su corazón arde por escuchar, escribe Apolonio, las voces agudas de los pájaros con cabezas y senos de mujer que atraen su cuerpo tenso y húmedo. Se aproxima nadando a la peligrosa roca que domina la orilla; ya alcanza a ver, detrás de ella, la pradera; ya está a punto de abordar la isla que canta; palabra por palabra, la orilla «en-cantante»; la tierra encantadora; está a punto de abordar la hierba y el instante de morir. “

Quignard, compara Butes amb la pintura del saltador al mar que hi ha en un sarcòfag del museu de Paestum (Itàlia), al qual li atorga un gran sentit simbòlic.

“Uno se queda estupefacto (…) ante la determinación que aparenta ese pequeño cuerpo desnudo, limpio, sexuado, sombrío, cuando se lanza al mar Tirreno y a la muerte.”

Deixa un comentari